El desempleo es uno de los problemas básicos de la sociedad actual. Los gobiernos han demostrado su incapacidad a la hora de satisfacer uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos, el derecho al trabajo. Las políticas de empleo están orientadas a facilitar la inserción laboral premiando la situación e intereses de los empresarios: despidos flexibles, contratos temporales, sueldos reducidos, etc. No hay más que ver la última reforma laboral aprobada por el gobierno.
Cada año millones de individuos se incorporan al mercado de trabajo con escasas posibilidades de realizarse como profesionales y como personas, generando un espíritu de frustración nada positivo en una sociedad escasa de valores.
Frente a esta situación los dirigentes nacionales y comunitarios se han sacado un “as” de la manga. Hay una forma de encontrar trabajo que se adecua perfectamente a una ideología de corte liberal y que encaja perfectamente en el discurso de la sociedad del conocimiento y de la información: el autoempleo.
Esta alternativa tiene efectos benéficos en la economía. Facilita la creación de empleo, y al mismo tiempo permite que un país aproveche la inteligencia, creatividad y conocimientos de sus ciudadanos. También contribuye a dinamizar el tejido empresarial, ya que, por regla general, la actividad emprendedora está muy ligada a productos o procesos innovadores que incrementan la capacidad competitiva de las empresas de una región geográfica.
Sin embargo, aunque la fórmula en sí no es mala, nos encontramos con varios problemas. En primer lugar la escasez de espíritu empresarial. Una persona tiene espíritu empresarial cuando busca oportunidades y satisface necesidades por medio de la innovación, sin tener en cuenta los recursos de los que dispone. Los jóvenes, en concreto los universitarios, sienten especial predilección por buscar trabajo en las administraciones públicas o en las grandes empresas, rara vez se plantean como una alternativa seria la aventura de emprender.
En segundo lugar existe escaso apoyo, información y asesoramiento a la hora de iniciar un proyecto empresarial. O peor aún, existe mucha información pero es dispersa y fragmentada, cada organismo público, o privado se ofrece a ayudar y asesorar en la creación de empresas, ministerios, comunidades autónomos, diputaciones, ayuntamientos, cámaras de comercio, etc. Sería interesante, por simple eficiencia económica, gestionar de forma conjunta todas esas ayudas: concesión de subvenciones, créditos blandos, asesoramiento gratuito, e incluso instalaciones y equipos públicos para los primeros pasos de los emprendedores..
A pesar de estas críticas hay que señalar que buen momento para emprender. En la mayoría de grados y postgrados se incluyen materias relacionadas con la capacidad de emprender y las ayudas (ahora mermadas con la crisis) siguen ahí.
Una fórmula a explotar desde las universidades es la creación de spin-off que contribuyan a la transferencia del conocimiento al tejido empresarial.
En una entrada anterior ya hice referencia a algunos antiguos alumnos que montaron su negocio y luchan con cierto éxito en un mercado hostil y cambiante.
Otros negocios de antiguos alumnos son:
Y hay muchos, muchos más…
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1 comentario en «Caminar por el filo de la crisis emprendiendo»