En junio de este año (2009) llegaba la noticia de que esta fotógrafa española de Puertollano, entraba a formar parte de la agencia Magnum. En «El País», Lola Huete, hacía un reportaje sobre ella:
Una mirada de culto
donde se muestra a una persona que vive por y para la fotografía. Una mujer amable y accesible que es consciente de la transcendencia de su obra y que todo profesional del periodismo (y la fotografía), presente o futuro debe conocer:
«Y esas toneladas de energía y pasión que son el motor que todo lo mueve. El que le ha permitido trabajar durante 40 años (va a cumplir 60) sin ayudantes ni añadidos, cargar con las cámaras (antes Nikon y ahora Canon; antes con película, ahora en digital) en un trasiego constante de aquí para allá en busca de ritos atemporales y costumbres añejas que unen hoy y siempre a hombres y mujeres del mundo. Travesías sin organización ni programas fijados de antemano: «Siempre he ido a lo que salga, a la aventura». Siempre sola. «El viaje para mí es descubrimiento, conocimiento; poder compartir, ser testigo. Es regresar con un tesoro: traer imágenes que estén a la altura de lo vivido y hacer de eso una obra personal que te defina como creador y como persona, que es a lo que todos aspiramos en realidad».
Una profesional con unas características determinadas que la hacen especial para el trabajo que realiza:
«Empecé en esto de niña porque era una forma de apropiarme de la realidad, conservarla». Inmortalizarla. «Ojo, cabeza y corazón», decía Cartier-Bresson, «son imprescindibles para dedicarse a esto». Según Publio López Mondéjar, historiador fundamental de la materia, Cristina posee las tres cosas: «Un ojo privilegiado, una cabeza bien puesta -ella es humilde en lo personal, pero no respecto a su creación: sabe de sobra que su obra es valiosa, trascendente- y tiene gran corazón. Además de formación artística. Es como la fotógrafa completa: muy rápida, muy técnica, muy buena».
Durante la entrevista expone como un trabajo tan absorbente condiciona el tipo de vida que llevas, una característica que aparece asociada en muchos con casos con gran parte de los profesionales de la comunicación, debido a las exigencias de disponibilidad en el tiempo y el espacio permanentes.
Afirman otros y lo confirma ella que lo ha dado todo por su profesión: tiempo, comodidad, amores que salieron huyendo en cuanto antepuso la cámara. «Vivo sola. Es un peaje que hay que pagar. Estoy tan en lo mío, que no tengo tiempo para ocuparme de otros, ni de las relaciones públicas, ni de estar donde interesa…». Considera que ha sido generosa con la fotografía, y que ésta le ha devuelto el gesto: «Me ha dado momentos de felicidad, poder moverme por el mundo, tener el privilegio de ser testigo… Me ha hecho la persona que soy…
Una gran fotógrafa que ve reconocido su trabajo pasando a formar parte del «olimpo de los fotógrafos»
Las fotografías de García Rodero en Magnum.
El homenaje del blog «El Colegui» a García Rodero.
Las dos fotos que ilustran el blog son del reportaje de el EL PAÍS SEMANAL (12/07/09) y están enlazada con la fuente donde podrán ver el resto de las fotos del reportaje.
Cristina es una grandísima fotógrafa … excelente recuerdos me trae sobre tó …la de los de la macarena… 😉 grax… me hizo reir hoy … estaba cansao de tanto hacer blog …es menos cansao leerlos …;-)
Coincidí con Cristina en Fez (Marruecos) hace ya unos años. Siempre la había admirado profesionalmente pero he de reconocer que en las distancias cortas pude comprobar que teníamos algo en común. La búsqueda de la independecia como mujeres, no sólo económica sino también emocional. Ella lo había logrado…..yo sigo aún en el camino….Ahora más que nunca. Gracias por recordármela.
maría, … q flipe, … un día nos tendrás que bloguear el encuentro no?
Francisco, tuve la suerte de tener a Cristina G-Rodero de profesora de fotografía en la Facultad de Bellas Artes de Madrid. Es tan buena persona como fotógrafa, y además muy simpática. He visto varias exposiciones suyas y cada vez me gusta más. Me ha alegrado mucho verla hoy en tu blog