Cuando tengo que explicarle a los estudiantes de la Facultad de Comunicación para qué sirven los directivos y las razones por las que cobran más que los simples operarios acudo a la literatura clásica de administración de empresas. Les cuento o les leo un fragmento de «Management Científico» el libro de F.W. Taylor.
En concreto, les explico cómo aplicando su método científico y poniendo en práctica su principio de «una única mejor manera» de hacer las cosas consigue que, en un proceso tan simple como cargar lingotes desde el suelo a una vagoneta de tren, incrementar la productividad un 280%. Los trabajadores aumentan su salario un 60% por hacer, sin rechistar, lo que ordenaba Taylor.
Taylor es capaz de organizar los recursos, siempre escasos, con los que cuenta una organización de forma más eficiente. Esa debe ser la función de los directivos, aportar valor a la empresa reduciendo los costes, o bien elaborando un producto o servicio diferenciado por el que los clientes estén dispuestos a pagar más.
Evidentemente, no es ésta la única función de los directivos (estarían todos en la tecnoestructura de la empresa normalizando el trabajo), a eso hay que añadir las funciones secuenciales de Planificar, Organizar, Gestionar las Personas, dirigir (liderar y motivar) y controlar.
También les comento el como un exceso de directivos (en las empresas de comunicación) dan lugar a estructura verticales, donde los trabajadores tienen escaso margen de maniobra. Y que no sería mala idea, en esta época de crisis, analizar los puestos directivos, identificar los que se crearon en época de bonanza y reestructurar los que no son necesarios. La reducción de niveles organizativos podría ayudar a mantener varios empleos de operarios y a transformar a este tipo de organizaciones en empresas más horizontales y participativas.