En esta entrada se presenta la tercera entrega de la serie de podcast “Cuentos para Empresas” realizados para RADIUS.
Este relato, de corte medieval, está relacionado con la misión y visión de las organizaciones, con la actitud frente al trabajo y frente a la vida, sobre la trascendencia de las acciones que llevan a cabo las personas y las organizaciones.
Es una historia adaptada de una fábula atribuida al filósofo francés Charles Péguy “La fable du Casseur de Cailloux” y que hemos completado con una anécdota sobre Sir Edwin Lutyens, relatada por el arquitecto Oscar Tusquet en su libro “Dios lo Ve”
Los tres canteros
Escucha el podcast:
Erase una vez, hace mucho tiempo, en la Edad Media, un peregrino que recorría Europa hacia Santiago de Compostela, a su paso por París se encontró a un grupo de hombres, que, en pleno agosto, a las tres de la tarde, bajo un sol de justicia, estaban trabajando en una cantera picando piedras.
El peregrino se detuvo a beber agua y observó el duro trabajo que estaban realizando los canteros.
A su lado había uno con el rostro sombrío y congestionado. Parecía enojado y malgastaba su energía golpeando con rabia las rocas.
El peregrino le preguntó amablemente:
Señor ¿qué es lo que hacéis?
El hombre respondió malhumorado sin mirar a su interlocutor y sin dejar de golpear la roca:
Acaso no lo veis, aquí ando picando piedras bajo el sol, desde las seis de la mañana. Es un trabajo duro, me duele la espalda, tengo sed, tengo hambre. Tengo un trabajo penoso y soy un hombre desgraciado.
El peregrino se disculpó tímidamente sin atreverse a decir nada más y siguió caminando… se detuvo al observar a otro cantero que estaba haciendo la misma tarea que el anterior, pero que no parecía tan contrariado.
Realizaba su trabajo con constancia y con aparente calma. El peregrino se dirigió hacia él y le preguntó:
Señor, ¿qué es lo que hacéis?
El hombre dejó el mazo por un momento, se secó con la mano el sudor de la frente y, mirando al peregrino sin aparente emoción contestó:
Bueno, me gano la vida picando piedras, no he encontrado otro oficio para alimentar a mi familia, estoy contento de tener este trabajo.
Retomando el aliento, esbozó una ligera sonrisa y añadió:
Después de todo no estoy tan mal, estoy al aire libre, hago ejercicio, y sin duda, hay situaciones peores que la mía
Un poco más adelante, había un tercer cantero. Su actitud era totalmente diferente. Mostraba una sonrisa franca y golpeaba con su mazo el montón de piedras con entusiasmo y armonía. Tal ardor era hermoso de ver.
Intrigado, el peregrino repitió la pregunta:
Señor ¿qué es lo que hacéis?
El cantero sonriente se detuvo, dejó el mazo a un lado y agradecido por el interés del forastero le respondió emocionado y dibujando con sus manos un gran volumen el aire:
Yo…, yo estoy construyendo una catedral, ¡la catedral de París!.
Pasados los años, el peregrino, establecido en París, fue a visitar las obras de una importante iglesia. El proyecto estaba en sus inicios y todavía andaba el arquitecto retocando los planos de lo que iba a ser un hermoso edificio.
En la distancia reconoció que el arquitecto era aquel cantero que construía catedrales, y que ahora, al parecer, también las diseñaba.
Tenía el pelo más escaso y cano, pero no había perdido esa luz que irradiaba el día que lo conoció golpeando piedras.
Se acercó para hablar con él y pudo observar como, al revisar los planos que uno de sus ayudantes estaba terminando de bosquejar, el antiguo cantero montó en cólera.
Por lo visto, la posición asimétrica de una ventana ofendía el sentido de conjunto de la fachada trasera de la construcción; el ayudante, cohibido, alegó que:
Señor, eso no es ningún problema, la fachada formar parte de un patio interior y la ventana está tan alta que nadie podrá verla.
A lo que el arquitecto replicó:
Dios sí lo ve. ¡Rectifique eso ahora mismo!

ENTREVISTA
Hola Profesor cual crees que es la principal moraleja de esta historia para el mundo de las empresas.
Hay varios aspectos interesantes que comentar sobre esta historia.
El primero de ellos es su relación con la misión de las organizaciones. La misión responde a los interrogantes de qué hace la empresa, para qué, para quién y cómo. La misión constituye uno de los elementos más permanentes de la organización y guía el comportamiento de todos sus miembros.
Si las personas consideran que la misión de su empresa va más allá que la obtención de una rentabilidad económica será más motivante. Por ejemplo, si en un medio de comunicación se transmite a los periodistas que el objetivo último de la compañía es el bien común, el contribuir a una sociedad más justa y honesta, estarán más motivados que si el objetivo es simplemente ganar dinero o enriquecer a los accionistas de la empresa.
Una declaración de misión estimulante hará que los empleados desarrollen un comportamiento
Pero, en este caso no se habla de una empresa, si no de personas concretas que realizan una misma tarea.
La enseñanza puede trasladarse al terreno personal, se trata de dotar de trascendencia a nuestros actos cotidianos. Si pensamos que cada acción que hacemos es única y que de alguna forma puede cambiar las cosas lo haremos todo con más mimo y cariño. Desde reciclar los residuos de nuestro hogar, jugar con un niño en la calle…
También puede aplicarse al hecho de copiar en un examen, con esa referencia a Dios, tú copias y apruebas, nadie te ha visto, pero sin embargo tú sabes que has copiado y que no has hecho las cosas como deberías.
Yo personalmente cuando voy a impartir una clase me pregunto qué cosas de las que voy a enseñar pueden influir en el futuro de mis estudiantes. Qué puedo transmitirles para que el día de mañana puedan ser mejores profesionales o personas.
Sin embargo, hay trabajos que son más transcendentes que otros. No es lo mismo un médico que salva vidas que una persona del servicio de limpieza…
No te creas. Considero que es más cuestión de actitud. Se cuenta que en 1963 el presidente Kennedy visitó la NASA, y durante el recorrido por las instalaciones iba saludando al personal y preguntándole por sus funciones, habló con ingenieros, astrofísiccos, científicos, etc.
Al pasar al lado de un empleado de limpieza le preguntó:
– ¿A qué se dedica usted?
El hombre, con orgullo, respondió:
– Señor presidente, ¡yo estoy ayudando a poner a un hombre en la Luna!.

De alguna forma, todos los trabajos son necesarios en las organizaciones y contribuyen a la consecución de los objetivos de la misma. Un periodista no podría realizar su trabajo de investigación si no contara con unos equipos informáticos en buen estado, o sí las instalaciones de su organización estuvieran sucias o desorganizadas y lo desmotivaran para realizar su trabajo.
Con respecto a la comunicación podríamos decir en relación con el cuento:
Esta historia se asocia a la comunicación interna, al liderazgo, a la capacidad de transmitir a los trabajadores de una empresa la importancia de la función que llevan a cabo. La misión que recoge los valores y filosofía de la organización, como hemos dicho, debe ser estimulante, pero también comunicada y compartida por todos los miembros de la empresa. Los directivos tienen que ser capaces de trasladar la relevancia del trabajo de cada una de las personas que trabajan para ellos. Y se hace en la vidad real.
En mi primer trabajo, en una empresa que fabricaba amortiguadores para automóviles, cuando entraba un nuevo operario a la cadena de montaje, los ingenieros lo llevaban a una salar y le mostraban un amortiguador descompuesto en sus piezas. Le explicaban que, a partir de ahora, su trabajo sería apretar determinado tornillo durante 8 horas 5 días a la semana. Un trabajo monótono y tedioso que invita a cualquiera a relajarse. Seguidamente le mostraban que, si ese tornillo no estaba bien apretado, el amortiguador podría fallar y en una curva mal dada el coche podría volcar y morir la familia que va dentro.
El operario no estaba apretando tornillos, estaba salvando vidas.
Y si hablamos del EMPRENDIMIENTO, entiendo que la metáfora es también es aplicable
Como siempre todas las historias tienen su lectura en el emprendimiento. Los emprendedores deben plantearse la transcendencia de sus proyectos. Tienen que creer en lo que hacen y buscar un impacto en la sociedad en la que desarrollan su actividad, bien sea generando empleo y riqueza en su entorno o mejorando el bienestar de las personas. Si se logran combinar ambos objetivos, pues mucho mejor.
Muchas gracias, profesor. Espero que los oyentes se hayan divertido y aprendido y que de ahora en adelante se acuerden de que la actitud ante el trabajo nos puede ayudar a ser más felices como personas y empleados. Nos veremos en el próximo capítulo de “Cuentos para empresas”.
Otros cuentos de la serie:
5 comentarios en «Los Tres Canteros. La misión en las organizaciones. Cuento 3.»