Marie Colvin, el precio de la dignidad.

 

Marie Colvin era elegante, glamourosa y con distinción. Llevaba con una dignidad envidiable, un parche en su ojo izquierdo que perdió en una de las muchas guerras que cubrió. Pudo vivir para contarlo.

Esta vez no ha podido ser. Ahora somos otros los que estamos contando la pérdida de una mujer que se enfrentaba al peligro con mirada de cíclope y al que siempre respetó a pesar de vivir inmersa en él.

«No se puede conseguir la información sin ir a los lugares donde se dispara a la gente y otros te disparan a ti. La dificultad estriba en tener la suficiente fe en la humanidad para creer que habrá bastante gente que le importe que lo que cuentas llegue a las páginas de los periódicos, la página web o la televisión. Nosotros tenemos esa fe porque pensamos que lo que hacemos tiene un impacto».

Estas eran las palabras valientes y comprometidas  de Marie Colvin, la reportera estadounidense del «Sunday Times», que falleció hace pocos días en un de los conflictos bélicos más crueles que estamos viviendo en directo. Siria ha sido su último destino, Homs su tumba. Una ciudad en la que, como ella denunciaba, «todo lo que pasa en la ciudad de Homs es repulsivo».

A sus 55 años y con sus más de 30 años de carrera como enviada especial a sus espaldas, fue galardonada en numerosas ocasiones y alabada por su valentía.

Aunque estaba especializada en Oriente Medio y el mundo árabe, Colvin narró los conflictos de Sierra Leona, Timor Oriental, Kosovo, Zimbabue y Chechenia.

En esta época mediática, el periodismo de Colvin era el periodismo de raza, el de toda la vida. La información a pie de campos minados. 

Cubrió la primavera árabe. Su caminar la llevo por los distintos escenarios donde ésta estaba teniendo lugar: Túnez, Egipto, Libia y, finalmente Siria, el lugar donde encontró la muerte en un bombardeo en Homs, la ciudad sitiada por el régimen de Bachar al Asad, junto al fotógrafo francés de 28 años, Rémi Ochlik, de la revista Paris Match.

«Aquí nadie entiende cómo la comunidad internacional está permitiendo que esto ocurra», relataba la periodista, mientras presenciaba, llena de impotencia, la muerte de un niño de dos años en una clínica improvisada.

Marie Colvin era el ejemplo de la dignidad. Supo relatar con coraje y agallas «su último encargo». Su entereza arrancó los halagos de una profesión cainita y envidiosa, pero que ella se supo ganar a golpe de profesionalidad y compañerismo.

Hoy es el Día Internacional de la Mujer y desde aquí, quiero rendir un pequeño homenaje a esta mujer que miraba de frente al horror. Quiero recordar a todas las mujeres periodistas, que han dado su vida trasladando el sufrimiento de los muchos conflictos actuales. Quiero que nunca olvidemos las muchas que siguen y seguirán contando, el sufrimiento de otros;  tocando la muerte con sus manos todos los días. Ellas ven, viven y sufren, pero siempre  informando al mundo de lo que ocurre; sin tener en cuenta el riesgo constante que corren sus vidas. 

Nuestra profesión en muchas ocasiones no es nada cómoda y el ejemplo de ello, siempre lo veremos en mujeres como Marie Colvin;  mujeres cuya misión es «informar de los horrores de la guerra con rigor y sin prejuicios».

Su último relato fue para la cadena pública británica BBC. Un relato por teléfono, acompañado por una foto fija de la reportera del eterno parche y la mirada única y profunda.  

Descanse en paz.

Mª José Andrade

1 comentario en «Marie Colvin, el precio de la dignidad.»

  1. Buena, entrada. Te sugiero que crees enlaces sobre la informacion para que la gente interesada pueda profundizar, a noticias, a las páginas web de las empresas, a Wikipedia, etc.

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