En el siguiente vídeo, Sir Ken Robinson, da una charla de 20 minutos sin ningún tipo de apoyo audiovisual. Llega, se sube al estrado y durante ese tiempo no para de hablar, y sin embargo te quedas enganchado con su discurso (un monólogo). ¿Qué dice? y, sobre todo ¿cómo lo dice?. A pesar de que la conferencia es de 2006 su discurso es de lo más actual, sobre todo en estos momentos de cambio en la enseñanza. Habla de la importancia de enseñar de forma diferente, de replantearse que, lo que se enseña y cómo se enseña actualmente, puede no ser la forma más adecuada para formar a las generaciones del futuro ¿Deberíamos hablar de una enseñanza sostenible?. Hace una apuesta por modificar el ranking de materias importantes (sobre todo en los colegios) e introducir otros contenidos que permitan a los individuos explotar todo su potencial y desarrollar aquellos aspectos que más le atraen (aspectos como la danza, la música…). Es un vídeo interesante y divertido que nos da una versión diferente del trabajo que tenemos por delante los profesionales de la enseñanza. Podemos estar o no de acuerdo con sus propuestas pero al menos nos hace plantearnos algunos de nuestros pilares educativos.
1º Parte
https://www.youtube.com/watch?v=1rYVMMkmJJI
2º Parte
https://www.youtube.com/watch?v=6OkKRf4HrUA
Después de ver el video me acabo de acordar de una conversación que tuve hace muchos años con un joven profesor recién llegado a mi facultad. Hablamos sobre educación y sobre el sistema convencional y tradicional de enseñanza. Le comenté la experiencia de la escuela Summerhill y aunque los años han demostrado que tanta permisividad no es positiva en la educación de los más pequeños sigo pensando que el espíritu de esta pedagogía no habría que rechazarlo del todo.
No centrar la educación en las asignaturas de toda la vida e incluir como dice Sir Ken Robinson otros contenidos que desarrollen la inteligencia emocional y no solo el coefiente intelectual.
Esa deficiencia en el sistema educativo genera adultos encorsetados más preocupados por sus rendimientos económicos que por los emocionales o sociales. Todo porque en su infancia no le hablaron de lo importante que es cultivar la expresión de sus emociones.
Acabo con la historia de un amigo cubano. Estudió la carrera de Ingeniería en San Petesburgo (Rusia) y después de adaptarse a un idioma y a un clima aún más duro, consiguió sacar sus estudios sin dificultad. Me confesó un día que su auténtica vocación era la música en concreto tocar la batería. De pequeño sus padres le quitaban todos los cubiertos de su alcance porque no hacía más que prácticar con las cucharas y dar golpes encima de la mesa. Si alguien entendido le hubiese escuchado habría comprobado que tenía un gran sentido del ritmo. Él no se ha olvidado de su vocación y ahora recién cumplidos los 45 se ha apuntado al conservatorio. El primer día se sentía nervioso, como un niño que entra en su primer día de colegio. Había olvidado la sensación que produce arriesgarse en nuevas aventuras vitales. El otro día me lo encontré en el parque…… me dijo que se encontraba feliz.
Gracias María José, las historias que cuentas (alguna me suena) reflejan perfectamente esa idea de la necesidad de formar a personas que se realicen con lo que hacen y puedan aplicar esas cualidades en su trabajo y no sólo a profesionales que no disfrutan con en sus empresas y tienen que desarrollar vidas paralelas (cuando les queda tiempo para ello).
cuales son las nuevas formas de educación